lunes, 26 de mayo de 2014

Corte Cero


Ana coge el jarrón con la mano derecha, y sujetándolo con índice y corazón comienza a apretarlo, de manera que llega a oirse un ligero crujido en sus propios huesos.

Llaman al tiembre y antes de que pueda reaccionar, se encuentra con el jarrón hecho pedazos sobre el frío suelo de losas negras. -¿Será demasiado tarde?, de seguro ya me habrán oído. Tengo que esconderme. O huír, huír para siempre por las escaleras rojas de la salida de emergencia.

En menos de 30 segundos, antes de que comiencen las voces al otro lado de la puerta, Ana ha preparado en un atillo las cosas más importantes en su vida: la foto de papá, su camiseta amarilla que compró en un mercadillo callejero en Shanghai, las vans sin estrenar que compró por internet, dos paquetes de tabaco, su pasaporte y un sobre con billetes de cincuenta.

Se apresura precipitando sus pasos por la escalera.

Últimos escalones: !alehop!, y se encuentra de espaldas al callejón de Las Mercedes.

Corre con la mano levantada intentando detener al taxi que acababa de quedar libre.

El taxi frena en seco y Ana se introduce en la parte delantera, intentando serenar sus pensamientos, agitados por lo que acababa de acontecer, e instantes antes de cerrar la puerta se oye un disparo que ,a buen seguro procede del hotel.

Pero Ana prefiere cerrar los ojos....no ver, comenzar su nueva vida, lejos de tanta miseria, tanto odio, tanto rencor y maldad sin sentido.
Preferiría no haber oído, pero ya es demasiado tarde para rectificar, ahora necesita construir su propio destino.

Le indica al taxista que continúe por la Avenida principal, mientras ordena sus ideas y decide dónde quiere comenzar bajo su nueva identidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario